Trekking

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miércoles, 23 de noviembre de 2022

Cota del Campillo 20/11/2022

 En el mes de noviembre nos hemos acercado a las proximidades de Valdehuesa, justo en el desvío de la carretera de Puebla de Lillo hacia este pueblo. Aquí encontramos una construcción de cemento con una silueta de elefante. Pudo servir como refugio para esperar el autobús y ahora anuncia el Museo de la Fauna Salvaje. En este punto dejamos los coches. Durante el viaje el paisaje estaba cubierto por una niebla rala. Mientras esperábamos a todos los excursionistas, la niebla se disipó.

Al iniciar la excursión la niebla se disipó

Entre los exámenes y la previsión de frío y mal tiempo, nos juntamos pocos. Solo cinco personas. No importa. A escasamente cien metros del cruce, encontramos un pequeño cementerio en el que están enterrados los últimos habitantes del pueblo de Vegamián, anegado por el embalse del Porma en el año 1968.

Cementerio de Vegamián e inicio del camino

A la altura de este cementerio parte una pista hacia el norte. En su momento estuvo asfaltada y enlaza con la carretera que pasa sobre el muro del embalse. Tomamos esta pista. La pendiente es suave. Bordeamos un bosque de robles de mediano tamaño. Cruzamos sobre un arroyo y pronto llegamos a la altura del muro del embalse. Ha salido el sol y la temperatura fría de la mañana se ha suavizado.

Ante el muro del embalse del Porma

Nos tomamos unas fotos. El nivel del embalse está bastante bajo para ser noviembre. Seguimos por la pista que gira al oeste bordeando el agua. Entramos en zona de sombra y la temperatura baja notablemente. Ante nosotros tememos las cumbres del Susarón, Peña Armada y, detrás, el macizo del Mampodre con nieve.

Al borde del agua, con el Mampodre al fondo

Enseguida nos acercamos a las proximidades de una cantera. De aquí sacaron los materiales para la construcción del embalse. Como hemos empezado la ruta muy tarde, no nos acercamos hasta la cantera, pero la vemos desde lejos. Llegamos ahora a la parte más empinada de la excursión ascendiendo un collado que tenemos al sur.

A la izquierda de Blanca vemos algo de la cantera

Entramos en un pequeño bosque de robles buscando la senda hacia el punto más alto. Encontramos algunas manchas de nieve de los últimos días. Todo el camino está bastante mojado por la lluvia y la nieve de las últimas jornadas. A llegar al collado el paisaje se despeja. Volvemos al sol.

Los cinco excursionistas en el collado

Se acerca la hora de comer. Seguimos avanzando un poco por una pista casi llana buscando una zona soleada. Volvemos a pisar algunas manchas blancas de nieve.

Avanzamos de nuevo entre robles

En poco tiempo pasamos otro collado de aproximadamente la misma altura que el anterior. Ahora estamos ya en ladera sur. Buscamos un lugar soleado entre unas rocas y paramos a comer. Como no tenemos prisa y estamos en un lugar agradable, la comida y la sobremesa se alargan un poco.

Hojas de roble por todo el recorrido

Retomamos el camino. Ahora todo es hacia abajo, sin demasiada pendiente. Recorremos un bosque de robles por una pista en buen estado sembrada de hojas pardas. Se camina con comodidad. En poco más de media hora llegamos a una bifurcación de pistas. Una sale a la carretera y la otra desciende por una pista forestal. Vamos a lo fácil: la carretera.

Último descenso por pista. Hay nieve

Recorremos unos dos kilómetros por la carretera hasta llegar al punto de partida. Finalmente realizamos una excursión cómoda con un día magnífico para ser noviembre. ¡El próximo mes Belén de cumbres!

miércoles, 12 de octubre de 2022

El faedo de Orzonaga 9/10/2022

 La primera excursión de este curso del Trekking Familiar Anciles fue en octubre y nos fuimos hasta Orzonaga. Este pueblo es famoso por la leyenda del elefante que supuestamente apareció en su bosque hace unos cien años. Más real es el hayedo por el que pasamos este día. Orzonaga es un pueblo pequeño cercano a Matallana, antigua zona minera. Al final del pueblo parte una pista que con una ligera pendiente que remonta el recorrido del arroyo de la Portilla.

Iniciando la ruta entre los robles

El cielo tiene más claros que nubes y la temperatura es estupenda, ni frío ni calor. No estamos muchos, unas 15 personas. Al poco de salir del pueblo encontramos una bocamina... o algo parecido.

Restos de una antigua mina

Seguimos avanzando con calma. Hoy hay mucho paseante por este valle. A medida que avanzamos cambia el tipo de árboles. En menos de una hora llegamos a la zona de hayas. Este es propiamente el faedo. En una curva del camino intentamos localizar, sin éxito, un geocaching. Una parada para reponer fuerzas y continuamos por una pista casi en sentido contrario al que traíamos hasta aquí. Si hubiéramos continuado por la misma pista, hubiéramos llegado hasta Llombera.

Avanzando en el faedo

Ahora la pista se ha convertido en una senda más estrecha, pero perfectamente marcada. El suelo está cubierto de hojas. El bosque es fantástico. Los troncos tienen formas caprichosas, hay abundante musgo. Alguien nos va explicando los frutos comestibles que podemos encontrar por aquí. Aunque no todo el mundo se atreve a probarlos.

Seguimos atravesando el faedo

La pendiente ahora es más fuerte, pero perfectamente asumible. El suelo es firme y se avanza sin dificultad. La conversación surge tranquila, confiada y amena. Hace meses que algunos no nos vemos.

De pronto se abre el paisaje. Al fondo el Correcillas

Hemos ido ascendiendo casi sin darnos cuenta. De pronto, inesperadamente se acaba el bosque y surge ante nosotros un paisaje amplio y precioso. A nuestros pies el bosque, al final del valle el pueblo de Orzonaga y al fondo, cerrando el paisaje, el pico Correcillas.

Avanzamos por una zona abierta

Durante un tramo no muy largo, avanzamos por una zona abierta, con arbustos. De nuevo nos adentramos en un boque de hayas.

Volvemos a un bosque de hayas

Este tramo de hayas es bastante corto. De nuevo salimos a una zona despejada. Caminamos ahora por la cresta del monte. A ambos lados hay bosque y un paisaje encantador.

Caminando por la cresta del monte

Un poco más adelante llegamos la altura de un refugio con mesas de piedra en una parcela vallada. La mitad de las mesas están ocupadas por otros excursionistas. Es la hora de comer. Ocupamos dos mesas y comemos con tranquilidad. La sobremesa es tranquila, la conversación surge espontánea. No hay prisa. Pero hay que continuar el camino. Ahora cruzamos un bosque de robles y pinos.
Continuamos camino por otro paisaje

Pronto comienza el descenso. Al principio la pendiente es suave, pero después es más fuerte y hay que bajar con cierto cuidado. Pronto tenemos el pueblo a la vista. Nos encontramos con más excursionistas que vienen en sentido contrario. Nuestro grupo se disgrega. Sin más novedades vamos llegando al pueblo. A la entrada encontramos un curioso banco de madera.
¿Un banco con enanitos?

Como hemos llegado pronto, tenemos tiempo de tomar un refresco en el bar del pueblo. La conversación se alarga bastante antes de despedirnos. ¡El próximo mes más!

martes, 14 de junio de 2022

Ruta de las cascadas 12/06/2022

 Para el mes de junio teníamos previsto ir a Burón para recorrer los valles de Mirva y Rabanal. Pero por diversas vicisitudes nos retrasamos en la salida y, además, estábamos pocas personas. Sobre la marcha decidimos cambiar a un destino, bonito también, pero más cercano: la ruta de las cascadas del río Faro, en Redipuertas. ¡Parece que la elección fue acertada!

Iniciando la ruta en Redipuertas

La ruta asciende por una pista partiendo del pueblo de Redipuertas. A la salida del pueblo encontramos la primera cascada: El Saltón. Con bastante caudal de agua, acaba en una pequeña poza apta para el baño. A continuación, pasamos al lado de la iglesia del pueblo.

La pista asciende, en ocasiones con una pendiente regular, al lado del río faro que da nombre a la ruta. El río nace en la ladera sur del pico del mismo nombre. El día es muy caluroso y apenas hay sombras. Encontramos cerezos silvestres. Los mismos que hace un mes estaban en flor, ahora tienen ya sus minúsculas cerezas incipientes.

Al lado de una de las cascadas del recorrido

De vez en cuando un cartel de madera anuncia la presencia de una cascada. Estas cascadas están siempre apartadas de la pista de ascensión. Unas veces están muy cerca del camino, pero en ocasiones están más lejos y con una senda de acceso muy estrecha. Solo paramos en algunas sencillas o más destacadas.

El valle del río Faro es amplio y colorido

El paisaje está precioso: retamas y brezos en flor. Los picos del Faro con la puerta del Faro al fondo del valle. Algunos neveros en lo más alto. Paramos en la cascada del reguero Cándano, apartada en el lado izquierdo del camino. Es una caída de agua imponente, el agua cae pulverizada. Es muy apropiado para darse una ducha, vestido y todo.

Cascada del reguero Cándano

Regresamos al camino. Pronto pasamos unas majadas. Un poco más allá está la cascada de la Requejá, punto final de la ruta. Es una cascada, también de bastante desnivel, con varias caídas de agua a distintas alturas. Otra oportunidad de ducha para refrescarse.

Ducha refrescante en la última cascada

Un pequeño árbol da sombra suficiente para los que vamos. Es el momento de parar a comer con tranquilidad. Mientras comemos se acercan algunos excursionistas más. Hoy esta ruta, muy conocida, está bastante concurrida.

Comida y descanso al lado de la última cascada

Tras una comida tranquila, nos tomamos un buen rato de descanso y conversación. Recordamos otras excursiones, anécdotas y sucesos. No hay prisa por regresar. Se está bien aquí y el recorrido de vuelta es breve.

Descendiendo hacia Redipuertas

Por fin emprendemos el regreso. Cuesta abajo, sin demasiada pendiente, todo es más cómodo. Ahora tenemos frente a nosotros el pico Espina, y a la izquierda el pico Agujas. El descenso es breve y rápido sin necesidad de correr. Tenemos tiempo de tomar un helado en Redipuertas antes de regresar a casa. La siguiente excursión será después del verano.

miércoles, 11 de mayo de 2022

De Nocedo a Valdeteja 8/5/2022

 El Trekking Familiar de mayo ha tenido un toque histórico. Partimos del pueblo de Nocedo de Curueño. En la margen izquierda del río hay una pista que en su tiempo fue una calzada romana que pasa hasta Asturias. Poco queda de esta calzada en este tramo, pero en ella iniciamos la ruta. Un domingo de mayo, soleado y de buena temperatura.

Iniciando la excursión por lo que queda de calzada romana

No somos muchos, solo siete personas y un perro. Pasamos al lado de las Caldas de Nocedo, abandonadas hace ya mucho tiempo. En algunos tramos cruzan la pista pequeños arroyos. En otros momentos encontramos nubes de mariposas pequeñas a la orilla del río.

Avanzando a la orilla del río

Tras recorrer algo más de un kilómetro, cruzamos un puente, avanzamos unos metros por la carretera y tomamos una pista que asciende por la ladera del monte. El camino es claro, pero no muy ancho y está poco transitado. A los lados abundante vegetación: brezo, y árboles de escaso porte. Pronto aparecen cerezos silvestres en flor. 

Avanzando por la pista en la ladera del monte

La pista empieza con una pendiente regular. Pero en algunos tramos se hace más costosa. También hay tramos con abundante agua que requieren avanzar con cuidado para no mancharse con el barro. A nuestra espalda tenemos la mole de Cueto Ancino, más conocido como El huevo de Nocedo.

Vamos tomando altura

A los lados encontramos, cada vez con mayor frecuencia, cerezos en flor. Algunos son de poca estatura, pero otros son árboles viejos, con el tronco arrugado. Llenos de flores blancas y con hojas todavía pequeñas. En ocasiones caen los pétalos, parece que está nevando.

A los lados del camino abundan los cerezos con sus flores blancas

A eso de las dos de la tarde hacemos una parada para reponer fuerzas. Tenemos a la vista el collado que debemos superar para pasar a la ladera que nos lleva a Valdeteja. Alguien propone comer, pero preferimos hacer la subida fuerte que nos queda antes de parar a comer.

Tenemos detrás Cueto Ancino, más conocido como Huevo de Nocedo

Avanzamos un poco más hasta que termina la pista. Un momento de desconcierto. La ladera por la que caminamos se cierra entre vegetación muy espesa y sin camino. Tenemos que descender al fondo del valle y continuar por la otra ladera, despejada, pero en la que el sol pega con fuerza.

Cruzamos zona de praderas y un arroyo

Cruzamos una zona de praderas y un arroyo y buscamos camino por la ladera opuesta. Ahora la pendiente sí que es fuerte. Tenemos que encontrar una senda para avanzar. Frente a nosotros, pero muy arriba, está el collado que queremos alcanzar. Ahora tenemos una vista fantástica de las laderas cercanas.

Vista de las laderas cercanas

El sol pega fuerte y la pendiente es fuerte. El avance es lento y fatigoso. Sin buscarlo, nos dividimos en dos grupos. Uno avanza por la ladera, a media altura y otro por el fondo del valle. El paisaje es precioso, todo muy verde y con muchas plantas, de diversos colores, en flor.

Una parada para hacer fotos

Por fin el esfuerzo es recompensado. Poco a poco, todos llegamos al collado. Ante nosotros tenemos Peña La Verde, que desde aquí es una roca pelada. Detrás de nosotros, al oeste, podemos ver ya las casas de Valdeteja. Aquí sopla una brisa templada que hace agradable el reposo. Comemos con tranquilidad y descansamos largamente entre la hierba. No hay prisa por continuar y la charla es agradable. El fin de la excursión está cercano y cuesta abajo.

Por fin, decidimos levantarnos e iniciar el descenso hacia Valdeteja. Bajamos por una zona de praderas con pendiente pronunciada. El horizonte está tapado por distintas montañas.

Iniciando el descenso hacia Valdeteja

Un poco más abajo encontramos ya una zona de vegetación. De nuevo los cerezos en flor salpican la ladera. La luz del sol los hace destacar entre el resto de la vegetación, como si estuvieran cubiertos de nieve.

La blancura de los cerezos en flor destaca en el paisaje

A media ladera encontramos una pista entre los árboles. Pero es una pista poco transitada, que en ocasiones queda cubierta por la vegetación y las ramas caídas. Tenemos que bordear las fincas colindantes.

Ante un imponente cerezo con sus flores blancas

La pista acaba en un arroyo al lado de una granja. Aquí hubo un despiste y no localizamos el camino bueno. El pueblo está muy cerca. Tras un ligero despiste, encontramos el camino al pueblo. Valdeteja tiene pocos habitantes, pero es un pueblo bien cuidado. 

Hemos tenido la prudencia de dejar un coche en Valdeteja. Los conductores van a buscar sus coches, mientras los demás esperan tranquilamente la partida. Una excursión preciosa de primavera.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Corral de los lobos 27/3/2022

 Por fin, después de varios intentos fallidos, hemos podido hacer la excursión de corral de los lobos. El último domingo de marzo hemos viajado hasta Prioro para hacer esta ruta, sencilla y muy bonita. Estábamos poca gente, los chicos se quedaron en casa por tener exámenes. El día resultó mayormente nublado, con una temperatura suave. Muy apropiado para hacer una ruta. En primer lugar, nos sorprendió a todos la población de Prioro: relativamente grande, con buenas casas y en muy buen estado. Partimos de la parte baja del pueblo y tomamos una pista que avanza hacia el oeste.

Inicio del camino, saliendo de Prioro

La pista está en buen estado, pero pronto encontramos algunas zonas de barro. Después descubrimos que había un paso un poco más arriba, aparentemente más seco, que comunica un poco más allá con la ruta que llevamos.
Una de las zonas de barro

A nuestra izquierda discurre un arroyo. A los lados del camino hay robles y retamas. Cada poco tiempo encontramos algún cartel anunciando un paraje. La ruta está bastante bien señalizada.
Al lado de uno de los carteles indicadores

La pista va subiendo con una pendiente muy suave, el caminar es cómodo. La conversación muy amena. A medida que vamos ascendiendo nos adentramos en un bosque de robles. El suelo está sembrado de hojas secas.
Vamos caminando por un bosque de robles

A mitad del camino la pendiente se vuelve un poco más pronunciada. Pero en pocos tramos exige esfuerzo. En cuanto hemos subido un poco, el suelo ha quedado perfectamente seco, sin dificultades para caminar. A medida que tomamos altura vamos viendo las montañas cercanas que quedan al fondo del valle, hacia el este.
Casi todo el grupo de excursionistas. Al fondo los montes cercanos

A medida que vamos ascendiendo, el porte de los robles va siendo mayor. Hay algunos realmente imponentes. Sus troncos están tapizados de musgo. El arroyo baja entre rápidos y forma pequeñas cascadas. El paisaje es encantador.
El arroyo baja rápido entre robles tapizados de verde

Un giro en el camino y, casi sin darnos cuenta, nos encontramos ante el corral de los lobos. Una construcción cilíndrica de piedra y una empalizada de madera que, como un embudo, desemboca en la parte superior de la construcción, forman el corral o chorco de los lobos.
El corral de los lobos

En otros tiempos, se reunían los campesinos y asustaban a los lobos haciendo ruido por el monte. Los acorralaban azuzándolos hacia la empalizada. Alguno más experimentado se escondía en un refugio apropiado y empujaba a los lobos hacia la trampilla que desembocaba en el corral de piedra. Allí el lobo no podía escapar.
Una explicación del lugar

Justo por encima de la empalizada tenemos una hermosa pradera de hierba con unos robles imponentes. También hay un refugio pequeño y una mesa de picnic. Son algo más de las dos de la tarde y el lugar es el más apropiado para comer con tranquilidad. Decidimos quedarnos allí un rato y comer.
En la pradera sobre el corral de los lobos

Comimos allí sobre la mesa o sentados sobre la hierba. Al fondo teníamos la cumbre del Espigüete cubierta de nieve, entre nubes en algunos momentos. Después de la comida, una larga sobremesa en la que se habló de la familia, la educación, los hijos... algunos aprovecharon para una tranquila siesta. Se estaba muy bien allí.
En la foto estamos todos

Tras el merecido descanso, había que retomar el camino. Regresamos por una pista que rodea estos montes espaciosos. Antes de reemprender la marcha hacemos una última foto del lugar entre los imponentes robles.
La última foto entre los robles, antes de retomar la marcha

Seguimos por la pista rodeando la Peña Horcajada. La pista no desciende al principio. Incluso en algún momento asciende ligeramente. A lo lejos vemos el pueblo de Tejerina. La ruta gira de nuevo hacia el este.
Seguimos el camino

Hacemos una parada de exploración hasta una peña que tiene vistas a la carretera del Tejerina y al valle. Regresamos al camino. Cruzamos el collado Pendiello, el punto más alto del camino. A partir de aquí la ruta sigue en descenso suave.
Una parada de exploración
 
Descendemos tranquilamente entre un bosque de robles bastante grandes. De vez en cuando encontramos también acebos. La marcha suave es propicia para la conversación amena.
Caminando suavemente mientras se conversa

El camino es ahora muy agradable. Sin esfuerzo se desciende por una pista sembrada de hojas de roble secas. Todo es cuestión de seguir caminando.
Caminando sin esfuerzo

En menos de una hora desde la ascensión del collado tenemos a la vista el pueblo de Prioro.
Ya tenemos a la vista Prioro

Cruzamos un bonito puente de madera sobre el río Repenedo y llegamos de nuevo a la pista por la que iniciamos la excursión.
Puente de madera sobre el río Pepenedo

Avanzamos un poco más y entramos nuevamente en el pueblo. Algunos se animan a acercarse en coche hasta la ermita de la Virgen del Pando, un lugar precioso con un mirador privilegiado sobre el valle. Una excursión magnífica.