Por fin, después de varios intentos fallidos, hemos podido hacer la excursión de corral de los lobos. El último domingo de marzo hemos viajado hasta Prioro para hacer esta ruta, sencilla y muy bonita. Estábamos poca gente, los chicos se quedaron en casa por tener exámenes. El día resultó mayormente nublado, con una temperatura suave. Muy apropiado para hacer una ruta. En primer lugar, nos sorprendió a todos la población de Prioro: relativamente grande, con buenas casas y en muy buen estado. Partimos de la parte baja del pueblo y tomamos una pista que avanza hacia el oeste.
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Inicio del camino, saliendo de Prioro
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La pista está en buen estado, pero pronto encontramos algunas zonas de barro. Después descubrimos que había un paso un poco más arriba, aparentemente más seco, que comunica un poco más allá con la ruta que llevamos.
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Una de las zonas de barro
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A nuestra izquierda discurre un arroyo. A los lados del camino hay robles y retamas. Cada poco tiempo encontramos algún cartel anunciando un paraje. La ruta está bastante bien señalizada.
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Al lado de uno de los carteles indicadores
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La pista va subiendo con una pendiente muy suave, el caminar es cómodo. La conversación muy amena. A medida que vamos ascendiendo nos adentramos en un bosque de robles. El suelo está sembrado de hojas secas.
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Vamos caminando por un bosque de robles
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A mitad del camino la pendiente se vuelve un poco más pronunciada. Pero en pocos tramos exige esfuerzo. En cuanto hemos subido un poco, el suelo ha quedado perfectamente seco, sin dificultades para caminar. A medida que tomamos altura vamos viendo las montañas cercanas que quedan al fondo del valle, hacia el este.
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Casi todo el grupo de excursionistas. Al fondo los montes cercanos
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A medida que vamos ascendiendo, el porte de los robles va siendo mayor. Hay algunos realmente imponentes. Sus troncos están tapizados de musgo. El arroyo baja entre rápidos y forma pequeñas cascadas. El paisaje es encantador.
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El arroyo baja rápido entre robles tapizados de verde
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Un giro en el camino y, casi sin darnos cuenta, nos encontramos ante el corral de los lobos. Una construcción cilíndrica de piedra y una empalizada de madera que, como un embudo, desemboca en la parte superior de la construcción, forman el corral o chorco de los lobos.
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El corral de los lobos
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En otros tiempos, se reunían los campesinos y asustaban a los lobos haciendo ruido por el monte. Los acorralaban azuzándolos hacia la empalizada. Alguno más experimentado se escondía en un refugio apropiado y empujaba a los lobos hacia la trampilla que desembocaba en el corral de piedra. Allí el lobo no podía escapar.
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Una explicación del lugar
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Justo por encima de la empalizada tenemos una hermosa pradera de hierba con unos robles imponentes. También hay un refugio pequeño y una mesa de picnic. Son algo más de las dos de la tarde y el lugar es el más apropiado para comer con tranquilidad. Decidimos quedarnos allí un rato y comer.
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En la pradera sobre el corral de los lobos
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Comimos allí sobre la mesa o sentados sobre la hierba. Al fondo teníamos la cumbre del Espigüete cubierta de nieve, entre nubes en algunos momentos. Después de la comida, una larga sobremesa en la que se habló de la familia, la educación, los hijos... algunos aprovecharon para una tranquila siesta. Se estaba muy bien allí.
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En la foto estamos todos
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Tras el merecido descanso, había que retomar el camino. Regresamos por una pista que rodea estos montes espaciosos. Antes de reemprender la marcha hacemos una última foto del lugar entre los imponentes robles.
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La última foto entre los robles, antes de retomar la marcha
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Seguimos por la pista rodeando la Peña Horcajada. La pista no desciende al principio. Incluso en algún momento asciende ligeramente. A lo lejos vemos el pueblo de Tejerina. La ruta gira de nuevo hacia el este.
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Seguimos el camino |
Hacemos una parada de exploración hasta una peña que tiene vistas a la carretera del Tejerina y al valle. Regresamos al camino. Cruzamos el collado Pendiello, el punto más alto del camino. A partir de aquí la ruta sigue en descenso suave.
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Una parada de exploración |
Descendemos tranquilamente entre un bosque de robles bastante grandes. De vez en cuando encontramos también acebos. La marcha suave es propicia para la conversación amena.
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Caminando suavemente mientras se conversa |
El camino es ahora muy agradable. Sin esfuerzo se desciende por una pista sembrada de hojas de roble secas. Todo es cuestión de seguir caminando.
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Caminando sin esfuerzo |
En menos de una hora desde la ascensión del collado tenemos a la vista el pueblo de Prioro.
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Ya tenemos a la vista Prioro |
Cruzamos un bonito puente de madera sobre el río Repenedo y llegamos de nuevo a la pista por la que iniciamos la excursión.
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Puente de madera sobre el río Pepenedo |
Avanzamos un poco más y entramos nuevamente en el pueblo. Algunos se animan a acercarse en coche hasta la ermita de la Virgen del Pando, un lugar precioso con un mirador privilegiado sobre el valle. Una excursión magnífica.
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