En el Trekking Familiar Anciles de octubre nos hemos acercado hasta el pueblo de Villanueva de Omaña. Un pueblo pequeño situado en una zona montañosa muy bonita. Al final del pueblo, justo donde parte la pista por la que iniciamos la ruta, hay una zona para aparcar unos pocos vehículos. Un cartel explica la excursión que vamos a iniciar. Pero nosotros tomamos una variante.
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Iniciando la ruta entre vacas |
Tomamos una pista que avanza hacia el oeste remontando el curso del río Pequeño. Adelantamos a un rebaño de vacas que se quedan pastando en un prado a la izquierda de la pista. El cielo está cubierto, pero no amenaza lluvia, la temperatura es suave, ideal para una excursión.
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Avanzamos por una pista en buen estado |
El suelo está húmero por las lluvias de los últimos días, incluso de la noche anterior. Vamos solo cinco personas, será una excursión muy familiar. Llegados a una nave ganadera, tomamos un desvío por la parte de atrás de la nave. Aquí nos apartamos de la ruta oficial.
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Pastos verdes, suelo húmedo y lleno de hojas |
La pendiente de la pista por la que avanzamos es suave, se avanza casi sin esfuerzo. Tras un desvío equivocado, tenemos que rectificar ascendiendo una pendiente fuerte hasta alcanzar de nuevo la pista prevista. El suelo está cubierto de hojas secas propias del otoño. A nuestro lado todo tipo de árboles: abedules, robles, avellanos... Todo el campo está verde debido a las lluvias reciente.
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Remontamos un arroyo entre abundante vegetación |
Caminamos remontando un pequeño arroyo con buen caudal. Llegamos a un punto donde se juntan las aguas de dos arroyos y uno de ellos forma una pequeña cascada. El paisaje es realmente magnífico.
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Pequeña cascada |
Desde aquí la pista se va estrechando y gira hacia el suroeste. Seguimos remontando el curso de un arroyo. Ahora la pista, además de más estrecha, es un poco más complicada: más pendiente y en peor estado. Pero el paisaje se hace cada vez más bonito y salvaje. Un dosel de ramas cubre siempre nuestro avance.
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El camino se hace más complicado, pero más bonito |
En ocasiones, tenemos que cruzar el arroyo sobre las grandes piedras de su lecho. Pequeñas cascadas adornan el curso del arroyo, siempre tenemos su rumor al lado. De vez en cuando vamos viendo algunos acebos.
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Siempre tenemos el rumor del arroyo a nuestro lado |
Caminamos por el fondo de un valle bastante cerrado. A ambos lados tenemos unas laderas empinadas. Avanzamos sin prisas y disfrutando del hermoso paisaje.
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Paisaje otoñal |
Después de bastante ascenso, volvemos a encontrar una pista más ancha y con algo de barro. Seguimos adelante entre una gran variedad de árboles. Todos los troncos están cubiertos de líquenes. A veces es difícil distinguir el tipo de árbol. Todos los troncos parecen iguales. Poco después dejamos a un lado el arroyo y el valle se abre, las laderas son más suaves y amplias. Por fin llegamos a una zona abierta, de pastos.
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Zona de pastos, valle más despejado |
Son las dos de la tarde. Vemos un muro de piedras amplio en una zona soleada. Es un lugar estupendo para parar a comer. ¡Allá vamos!
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En este lugar paramos a comer |
Con tranquilidad nos tomamos los bocadillos, empanadas, tortillas... compartimos algunas delicias. En este lugar se está muy bien. Hay un poco de sol, no sopla viento, podemos sentarnos, las piedras nos sirven de mesa. También compartimos conversación amena. Alrededor hay vacas pastando, un bosque con colores otoñales.
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Dispuestos para reanudar la marcha tras la comida |
Después del descanso decidimos descender un poco por la pista por la que llegamos y entrar en el bosque, hacia el este, hasta enlazar con la pista oficial de la ruta Acebal de acebos. Nos detenemos a observar algunos acebos imponentes. Los hay con las bayas rojas típicas que presentan un aspecto precioso. Dentro del bosque seguimos las sendas que encontramos.
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Cruzando sin dificultad el bosque |
Se avanza sin dificultad, hay sendas y el bosque no es denso. Es un paisaje distinto, lleno de árboles, con el suelo cubierto de una gruesa capa orgánica por la que se avanza sin dificultad. Pronto enlazamos con la parte superior de la pista. Ahora todo es más sencillo: solo hay que seguir pista abajo, hasta el pueblo.
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Continuamos por la pista hasta el pueblo |
El paisaje cambia bastante. Ahora hay menos humedad. La pista es amplia y con el firme seco. Seguimos el curso del río Pequeño, pero descendiendo. Normalmente tenemos el río un poco lejos de nosotros. Seguimos encontrando abedules, acebos, robles, hayas y otra variedad de árboles.
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El valle es más abierto |
El valle es menos cerrado que el de la mañana, pero sigue siendo un paisaje bonito. A los lados del camino encontramos de nuevo una gran variedad de setas de gran tamaño. El descenso es rápido y cómodo.
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Abundantes macrolepiotas |
Sin mucho esfuerzo, nos vamos acercando al punto de partida. Cruzamos el río por un puente y pronto llegamos a la nave ganadera que dejamos a la izquierda por la mañana. En la parte baja del camino sí que hay de nuevo humedad y algunos charcos.
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Cerca del pueblo cruzamos el río Pequeño |
Desandamos el camino de la mañana y pronto estamos en Villanueva de Omaña. Ha sido una excursión realmente bonita y poco exigente. Nos queda tiempo de tomarnos un café en un pueblo cercano. El próximo mes buscaremos otro bosque.
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