Después de un largo paréntesis, por fin, hemos podido volver al campo con el Trekking Familiar Anciles. Este domingo, a pesar de la leve amenaza de lluvia, un buen grupo de familias nos hemos acercado hasta el embalse de Villameca para hacer la ruta de La Isla. Desde los muros del embalse de Villameca hasta la desaparecida localidad de Oliegos.
Iniciamos la ruta al pie de uno de los muros del embalse. Cruzado el muro hacia el este, giramos hacia el norte por una senda bien marcada. Vamos bordeando el agua del embalse entre pinos y brezo.
Iniciamos la ruta al borde del embalse |
El cielo está casi cubierto de nubes y la temperatura es fresca, pero agradable para pasear. Seguimos la ruta por una pista agrícola en buen estado rodeados de pinos, robles y retamas.
Primeras etapas del recorrido |
Llegamos al pueblo de Palaciosmil. Hacemos un breve descanso para reponer fuerzas y tomar un pequeño aperitivo. Seguimos camino hacia el norte. Estamos en las primeras semanas de la primavera y ya florecen algunas plantas. Por el camino habíamos visto campos amarillos y violetas. Ahora tenemos el brezo florecido que da un bonito color al paisaje.
Nos apartamos un poco del embalse y caminamos por un monte con pocos árboles y con amplios paisajes. La comarca de La Cepeda es poco conocida en León, pero sus campos solitarios lucen impresionantes al inicio de la primavera.
Los amplios paisajes de La Cepeda |
Nos acercamos a Oliegos |
Poco después llegamos hasta un monumento en metal donde se recuerda la memoria de este pueblo. Este embalse empezó a construirse en los años 30 del siglo pasado y quedó inaugurado en 1947. Hay una historia interesante. Los habitantes del pueblo de Oliegos fueron trasladados a la población de Foncastín, en la provincia de Valladolid. Una población creada para la ocasión por el Instituto Nacional de Colonización. Merece la pena ver una antigua película del desalojo del pueblo.
Paramos a comer al lado de Oliegos |
Al lado del monumento de metal encontramos ya restos de muros de piedra de las antiguas casas del pueblo. Los jóvenes se acercan hasta el borde del agua, donde están la mayor parte de los restos del pueblo.
Los restos del viejo pueblo de Oliegos |
La orilla del agua es siempre una oportunidad de jugar. Hubo quién aprendió a lanzar las piedras haciéndolas rebotar en la superficie del agua. Durante la comida caen algunas gotas de agua que ni siquiera nos molestan. Finalmente, no llovió en ningún momento de la excursión.
Después de una comida tranquila, con tiempo para el reposo, iniciamos el recorrido en sentido inverso. El regreso es más rápido. Es ligeramente cuesta abajo. Al final del recorrido se nota ya el cansancio y la falta de ejercicio durante mucho tiempo.
De regreso, al borde del embalse |
Hubo tiempo para rehidratarse en el bar Matías al pie del muro del embalse. Me resultó curioso el agradecimiento de los asistentes por esta excursión. Han sido muchos meses de no poder salir con frecuencia al campo. Esperemos que el próximo mes podamos tener nuestra excursión mensual sin incidencias.
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