Al final, ni había demasiada nieve ni se hizo sentir el frío, pues tuvimos un magnífico día, bien soleado. Pero, desde luego, sí que hubo que pisar nieve por todo el camino que desde Santiago de las Villas remonta el valle del río de Torre.
En el pueblo se nos unió un acompañante imprevisto:
un mastín al que enseguida bautizamos como Ruperto.
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Además, parecía que a Ruperto no le importunaba para nada la nieve. |
Una pena que estuviéramos tan pocos disfrutando de la nieve, el sol,
y la tranquilidad de estos parajes... A ver si todos los "valientes"
que se quedaron en casa se animan a salir el mes próximo.
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