Dejamos atrás Correcillas tras remontar sus pendientes calles. |
Desde el camino se avista enseguida el macizo del pico Polvoreda... |
... y algunos se detienen a observar a un grupo de rebecos que evolucionan por sus laderas. |
El camino se hace bastante llevadero para todos durante un rato. |
Pasado el tiempo, es normal que los más pequeños acusen algo de cansancio, ... |
... de modo que se impone hacer una parada y reponer fuerzas. |
Recorremos el último trecho para llegar al collado de Santiago... |
... y el grupo va quedando dividido y disperso, pues no todos pueden ir al mismo ritmo. |
Tras otra parada en el collado, para reagruparnos, ... |
... iniciamos el último repecho para acceder al Valle del Marqués. |
No tuvimos que buscar mucho para localizar un lugar adecuado para la comida, pero se ve que algunos llevaban exceso de energías y se dedicaron durante un rato a trepar por todas las peñas del entorno. |
Tras la comida, nos acercamos hasta la cueva del Moruquín, ... |
... con intención de explorar algunas de sus galerías. |
¡Menos mal que a alguno se le ocurrió traer linterna, porque aquí dentro la visibilidad es francamente escasa! |
Tras la breve exploración, abandonamos la cueva, ... |
... y nos reunimos con los que quedaron fuera para iniciar el regreso. |
Con esta vista del valle y sus verdes praderas, y con la nube que nos acompañó prácticamente todo el día, emprendemos la retirada. |
Y aún tuvimos tiempo para detenernos en algunos puntos del camino a contemplar los variados colores del otoño. |
¡Adiós, Correcillas, hasta la próxima! |
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