El Trekking Familiar de mayo ha tenido un toque histórico. Partimos del pueblo de Nocedo de Curueño. En la margen izquierda del río hay una pista que en su tiempo fue una calzada romana que pasa hasta Asturias. Poco queda de esta calzada en este tramo, pero en ella iniciamos la ruta. Un domingo de mayo, soleado y de buena temperatura.
Iniciando la excursión por lo que queda de calzada romana |
No somos muchos, solo siete personas y un perro. Pasamos al lado de las Caldas de Nocedo, abandonadas hace ya mucho tiempo. En algunos tramos cruzan la pista pequeños arroyos. En otros momentos encontramos nubes de mariposas pequeñas a la orilla del río.
Avanzando a la orilla del río |
Tras recorrer algo más de un kilómetro, cruzamos un puente, avanzamos unos metros por la carretera y tomamos una pista que asciende por la ladera del monte. El camino es claro, pero no muy ancho y está poco transitado. A los lados abundante vegetación: brezo, y árboles de escaso porte. Pronto aparecen cerezos silvestres en flor.
Avanzando por la pista en la ladera del monte |
La pista empieza con una pendiente regular. Pero en algunos tramos se hace más costosa. También hay tramos con abundante agua que requieren avanzar con cuidado para no mancharse con el barro. A nuestra espalda tenemos la mole de Cueto Ancino, más conocido como El huevo de Nocedo.
Vamos tomando altura |
A los lados encontramos, cada vez con mayor frecuencia, cerezos en flor. Algunos son de poca estatura, pero otros son árboles viejos, con el tronco arrugado. Llenos de flores blancas y con hojas todavía pequeñas. En ocasiones caen los pétalos, parece que está nevando.
A los lados del camino abundan los cerezos con sus flores blancas |
A eso de las dos de la tarde hacemos una parada para reponer fuerzas. Tenemos a la vista el collado que debemos superar para pasar a la ladera que nos lleva a Valdeteja. Alguien propone comer, pero preferimos hacer la subida fuerte que nos queda antes de parar a comer.
Tenemos detrás Cueto Ancino, más conocido como Huevo de Nocedo |
Avanzamos un poco más hasta que termina la pista. Un momento de desconcierto. La ladera por la que caminamos se cierra entre vegetación muy espesa y sin camino. Tenemos que descender al fondo del valle y continuar por la otra ladera, despejada, pero en la que el sol pega con fuerza.
Cruzamos zona de praderas y un arroyo |
Cruzamos una zona de praderas y un arroyo y buscamos camino por la ladera opuesta. Ahora la pendiente sí que es fuerte. Tenemos que encontrar una senda para avanzar. Frente a nosotros, pero muy arriba, está el collado que queremos alcanzar. Ahora tenemos una vista fantástica de las laderas cercanas.
Vista de las laderas cercanas |
El sol pega fuerte y la pendiente es fuerte. El avance es lento y fatigoso. Sin buscarlo, nos dividimos en dos grupos. Uno avanza por la ladera, a media altura y otro por el fondo del valle. El paisaje es precioso, todo muy verde y con muchas plantas, de diversos colores, en flor.
Una parada para hacer fotos |
Por fin el esfuerzo es recompensado. Poco a poco, todos llegamos al collado. Ante nosotros tenemos Peña La Verde, que desde aquí es una roca pelada. Detrás de nosotros, al oeste, podemos ver ya las casas de Valdeteja. Aquí sopla una brisa templada que hace agradable el reposo. Comemos con tranquilidad y descansamos largamente entre la hierba. No hay prisa por continuar y la charla es agradable. El fin de la excursión está cercano y cuesta abajo.
Por fin, decidimos levantarnos e iniciar el descenso hacia Valdeteja. Bajamos por una zona de praderas con pendiente pronunciada. El horizonte está tapado por distintas montañas.
Iniciando el descenso hacia Valdeteja |
Un poco más abajo encontramos ya una zona de vegetación. De nuevo los cerezos en flor salpican la ladera. La luz del sol los hace destacar entre el resto de la vegetación, como si estuvieran cubiertos de nieve.
La blancura de los cerezos en flor destaca en el paisaje |
A media ladera encontramos una pista entre los árboles. Pero es una pista poco transitada, que en ocasiones queda cubierta por la vegetación y las ramas caídas. Tenemos que bordear las fincas colindantes.
Ante un imponente cerezo con sus flores blancas |
La pista acaba en un arroyo al lado de una granja. Aquí hubo un despiste y no localizamos el camino bueno. El pueblo está muy cerca. Tras un ligero despiste, encontramos el camino al pueblo. Valdeteja tiene pocos habitantes, pero es un pueblo bien cuidado.
Hemos tenido la prudencia de dejar un coche en Valdeteja. Los conductores van a buscar sus coches, mientras los demás esperan tranquilamente la partida. Una excursión preciosa de primavera.